lunes, 27 de octubre de 2008

Unitat en la multiplicitat

Anibal, Gisbert Haefs (1950)

¿Una metrópoli para macedonios, escitas, tacios, armenios, persas, mesopotamios, árabes, helenos; centenares de lenguas y cientos de miles de costumbres unidas en una federación o un imperio, unidad en la multiplicidad, para hacer frente al monolito romano y su aniquilación de todo lo diferente? Los fragmentos del cuadro que Alejandro quiso dejar como herencia podrían volver a reunirse alrededor de un nuevo centro, sin violencia, para beneficio de todos;…

sábado, 18 de octubre de 2008

És una realitat

Tokio Blues, Haruki Murakami (1949)

Mientras vivimos, vamos criando la muerte al mismo tiempo. Pero ésta es sólo una parte de la verdad que debemos conocer. La muerte de Naoko me lo enseñó. Me dije: "El conocimiento de la verdad no alivia la tristeza que sentimos al perder a un ser querido. Ni la verdad, ni la sinceridad, ni la fuerza, ni el cariño son capaces de curar esta tristeza. Lo único que puede hacerse es atravesar este dolor esperando aprender algo de él, aunque todo lo que uno haya aprendido no le sirva para nada la próxima vez que la tristeza lo visite de improviso". Pensé en ello, noche tras noche, en mi soledad, oyendo el ruido de las olas y el rugido del viento. Vacié muchas botellas de whisky, mordisqueé pan, bebí agua de la petaca en mi larga marcha hacia el oeste, con la mochila dando bandazos a mi espalda y el pelo lleno de arena…, día tras día de aquel principio de otoño.

miércoles, 15 de octubre de 2008

Moments de lectura

Els nois de la història, Alan Bennet (1934)

“Els millors moments de la lectura son aquells en que et trobes amb alguna cosa – un pensament, una sensació, una manera de veure les coses – que fins aleshores et pensaves que era íntimament personal, que nomes era teva. I ara ho trobes plasmat per algú altre, una persona que ni tan sols coneixes, o que fa temps que és morta, fins i tot. I és com si hagués sortit una mà i hagués agafat la teva”

Xicra aportada per Eduard Solé

Un huec de montanha


E sabetz qu'ei un huec de montanha?Quan se hè bèra gessuda, ei costum de hèr peth ser un huec de montanha. Ath miei d'ua planhèra se hè un huec tamb troncalhs e brancum. Ath sòn torn era gent se sè e tòque era guitarra e se canten beròies cançons, dera tèrra a on se viu e tanben caçons popularsde d'auti païsi.Tanben se hèn jòcs de net, e jamès arrés non se n'anarie na cochar. Be n'ei de polit un huec de montanha pr'amor que ath miei dera net escura, sonque era lum deth huec, tamb es sues hlames berugadisses, e era lum des esteles enlumènen es arrirs e es cançons que possen des pòts des mainatges.

Xicra aportada per Eugènia Calero

Eurípides

Tokio Blues, Haruki Murakami (1949)

La característica de su obra radica en que hay diferentes cosas que se van complicando las unas con las otras hasta que cualquier movimiento se hace imposible. Salen muchos personajes, cada uno con sus propias circunstancias, razones y quejas, todos persiguiendo, a su modo, la justicia y la felicidad. Por ello, todos acaban encontrándose en un callejón sin salida. Lógico, ¿no le parece? Es imposible que prevalezca la idea de justicia, que todos alcancen la felicidad. Y se produce el inevitable caos. ¿Entonces qué cree usted que sucede? En realidad, algo muy simple. Al final aparece un dios. Y controla el tráfico. Tú vas para allá, tú te quedas aquí. Tú te juntas con aquél, tú te quedas aquí un rato quieto. Todo se resuelve. A esto se le llama deus ex machina. En las obras de Eurípides suele aparecer casi siempre un deus ex machina, y sobre este punto la crítica está dividida.
¡Sería tan cómodo que existiera un deus ex machina en el mundo real! ¿No le parece? Cuando alguien pensara: “¿Y ahora qué hago? ¡Estoy atrapado!”, un dios bajaría deslizándose desde lo alto y lo resolvería todo. Nada podría ser más fácil. En fin, esto es Historia del Teatro II. Éstas son las cosas que estudiamos en la universidad.

martes, 7 de octubre de 2008

Una pluja de gel a l'Ocata Vent


Xicra aportada per Josep Oriol Fernández

El poder de la música

Tokio Blues, Haruki Murakami (1949)

“Tal como he dicho antes, tocaba el piano desde los cuatro años, pero jamás por placer. Siempre lo hacía para pasar un examen, porque era una asignatura, para impresionar a los demás. Eso es importante, claro que sí, para llegar a dominar un instrumento musical. Pero cuando una llega a cierta edad, tiene que interpretar la música para sí misma. Ése es el poder de la música”.

viernes, 3 de octubre de 2008

El llibre objecte

Tokio Blues, Haruki Murakami (1949)

Ellos preferían a Kazumi Takahashi, Kenzaburo Oe, Yukio Mishima, o a novelistas franceses contemporáneos. Así pues, no tenía este punto en común con los demás, y leía mis libros a solas y en silencio. Los releía y cerraba los ojos y me llenaban de su aroma. Sólo aspirando la fragancia de un libro, tocando sus páginas, me sentía feliz.