martes, 16 de diciembre de 2008

A mi no em passa...

El miedo a la libertad, Erich Fromm (1900-1980)

Los trajes o las casas de cada hombre eran parte de su yo tanto como su cuerpo. Cuanto menos se sentía alguien, tanto más necesitaba tener posesiones. Si el individuo no las tenía o las había perdido, carecía de una parte importante de su yo y hasta cierto punto no era considerado como una persona completa, ni por parte de los otros ni de él mismo.
Otros factores que respaldaban al ser eran el prestigio y el poder. En parte se trataba de consecuencias de la posesión de bienes, en parte constituían el resultado directo del éxito logrado en el terreno de la competencia. La admiración de los demás y el poder ejercido sobre ellos se iban a agregar al apoyo proporcionado por la propiedad, sosteniendo al inseguro yo individual.
Pero aquellos que sólo poseían escasas propiedades y menguado prestigio social, la familia constituía una fuente de reputación individual. Allí, en su seno, el individuo podía sentirse alguien.

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