Más de un siglo se alarga el día, Chinguz Aitmátov (1928-2008)
Y como más tarde comprendió Ediguéi, a solas con el silencio sarozeko únicamente podía quedarse quien fuera capaz de conmensurar la grandeza del desierto con su propio espíritu. Sí, las estepas sarozekas eran inmensas, pero el pensamiento vivo del ser humano puede constreñirlas.