Aquiles

Ilíada, Homero (Ὅμηρος Hómēros; c. segle VIII adC )

Como el maravilloso fuego estalla en las profundas cañadas de un agostado monte, y el espeso bosque se incendia, y los remolinos de viento esparcen las llamas por doquier, así corría furioso por doquier con la pica, como una deidad, acosando a sus víctimas, y la sangre fluía por la negra tierra. Como cuando alguien unce dos bueyes de anchos testuces para trillar en la bien construida era la blanca cebada, que pronto se desconcha bajo las patas de los mugidores bueyes, así los solípedos caballos a las órdenes del magnánimo Aquiles pisoteaban cadáveres y broqueles. Debajo el timón estaba entero salpicado de sangre y las barandas alrededor de la caja, hasta donde llegaban las gotas que despedían las equinas pezuñas y las que procedían de las llantas. Estaba ávido de ganar gloria el Pelida e iba manchando de mortandad sus inaferrables manos.

lunes, 19 de mayo de 2008

Tenir 16 anys

Primer amor, Iván Turguéniev (1818-1883)

- ¿Por qué lo hace? –preguntó Lushin.
- ¿Y qué me puede ocurrir?
- ¿Qué le puede ocurrir? Pues que pille un resfriado y se muera.
- ¿En serio? ¿Es posible? Bueno, pues tal día hizo un año.
- ¿Así de sencillo? – rezongó el doctor.
La madre se retiró.
- Así de sencillo –repitió Zinaida-. ¿Tan divertida le parece la vida? Mire usted a su alrededor. ¿Qué tal? ¿Le parece bien? ¿O se ha creído que yo no lo entiendo, que no lo noto? Para mí es un placer beber agua con hielo y usted pretende convencerme con toda seriedad que una vida como ésta merece que no se la arriesgue por un instante de placer… sin hablar ya de felicidad.






Pero yo no pensaba en nada ni en nadie determinado. No paraba de hacer cábalas y buscaba lugares solitarios. Les había tomado singular afecto a las ruinas del invernadero. Encaramado en lo alto del muro, allí estaba sentado, como jovenzuelo desdichado, solo y triste, dándome pena de mí mismo. Pero ¡qué placer encontraba en aquellas dolorosas abstracciones, cómo me embriagaba con ellas!

viernes, 16 de mayo de 2008

Pensión compleja

Pensión compleja, Risto Mejide (1974)

El espacio es tan acogedor como me permite mi honestidad. Ni muy pequeño como para sentirse incómodo, ni demasiado grande como para meter mentiras.Mis recuerdos, los dejé todos esparcidos por ahí, en cajas de zapatos gastados y cansados de merodear por vidas ajenas. No pises aún, que está fregado con lágrimas recientes, y podrías resbalar.

Xicra aportada per Ester Baudet

sábado, 10 de mayo de 2008

En el sofà de casa

Tanco els ulls i cerco en els racons de la memòria les sortides en caiac. Recordo, per fruir d’aquells moments en la meva imaginació. Per anar omplint el meu rebost de xicres de plaer. M’endinso en el món dels somnis i la fantasia, on la realitat es confon amb el desig. I començo a viatjar, tot lliscant, ... per percebre les carícies de la sorra de la platja d’Ocata quan camino i l’abraçada fugissera contra les ones, per amarar-me fins el moll de l’os en una rebolcada passional amb la mar i desencofrar el meu cos embegut en el neoprè. Per la descàrrega de sal despresa en la dutxa i l’olor de la marinada. Per pentinar les barbes del vell Neptú. Vull estar enmig d’enlloc, on la sensació de llibertat, creure que estic sense límits, i sense ningú. On la cara i les mans es glacen a l’hivern, on l’abraonament sobtat d’una tramuntana no em deixa tornar i les moixaines d’una pluja d’abril em sequen les llàgrimes d’enuig i així ser espectador de les escames infinites que ens regala el sol de l’alba ...
- Papa!!!, que no ens acompanyes a l’esplai?
- Eh? Sí, ara anem. Em rento la cara i marxem.

Carícies

Xicra aportada per Eduard Solé

Un vell

Un viejo, Konstantinos Petrou Kavafis (1863-1933)

En el fondo de un bullicioso café,
inclinado sobre la mesa, está sentado un viejo;
con un periódico delante, sin compañía.

Y en el abandono de su triste vejez,
medita cuán poco gozó de los años
en qué aún tenía vigor, verbo y belleza.
Sabe que ha envejecido mucho; lo siente, lo ve.
Y sin embargo, el tiempo en que fue joven le parece
ayer. ¡Qué poco tiempo hace, qué poco tiempo!

Ve cómo de él se burló la Prudencia
y cómo en ella fio siempre -¡qué locura!-
que falaz decía: “Mañana. Tienes mucho tiempo”.

Recuerda impulsos que contuvo y tanto
gozo como sacrificó. Cada ocasión perdida
se burla ahora de su sensatez sin seso.

... Pero de tanto pensar y recordar,
el viejo cae aturdido. Y se duerme
apoyado en la mesa del café.